Persiguiendo el Sueño Olímpico, David Wottle el hombre de la gorrita-
Hoy es la final de los 800 metros, me repetía mi padre "Enio López" en Munich 1972, hoy corre el hombre de la gorrita.
https://youtu.be/nhixMwfBL7YFinal de 800 m. de Múnich 1972: la brutal remontada y la anécdota de la gorra del campeón de la media milla.
La prueba de los 800 metros lisos es la más corta de aquellas en que no es preciso que los participantes se mantengan en sus respectivos carriles durante toda la carrera; debemos mantenernos en nuestros respectivos carriles los primeros 100 metros, 100 metros de rutina, a partir de ese momento comienza la acción, es decir colócate donde quieras o donde puedas.
Comienza la emoción llueven los codazos, pisotones, el contacto físico y los empujones para hacerse con la “cuerda”, con el fin de minimizar el número de metros a recorrer. Más de un participante en importantes eventos ha visto su actuación truncada por un empujón o una zancadilla más o menos voluntaria de un competidor, en ocasiones los golpes te dejan parado y cuando reaccionas tus adversarios están muy lejos de ti. Todo se ha perdido en un par de segundos
Por eso hay atletas que optan por dejarse caer a la parte trasera del grupo para evitar el riesgo de sufrir algún percance con un competidor. En los 800 metros el margen de maniobra es escaso (son dos vueltas al estadio) y se corre el riesgo de pagar el esfuerzo que se realiza para ir remontando posiciones, o según tu colocación si ibas en la punta podías perder el ritmo, y al final no tenias nada.
En la final de los 800 de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 el gran favorito era el soviético Yevhen Arzanhov, que llevaba cuatro años sin perder una prueba de la distancia.
Empezaban también a destacar los atletas keniatas, que habían clasificado a dos atletas para la final en la que estaban también representadas potencias como las dos Alemanias, Gran Bretaña y Polonia. Completaba la nómina de finalistas el atleta estadounidense David Wottle "Según mi padre el hombre de la gorrita",por que corría siempre con una vieja gorra de golf.
Pese a que había igualado el récord mundial en las pruebas de clasificación de su país, no figuraba entre los favoritos debido a su falta de experiencia en competición internacional.
Esta impresión parecía confirmarse cuando Wottle quedó claramente descolgado al tomar los corredores el carril libre.
En una final olímpica ante los siete mejores atletas del mundo en la distancia, parecía una locura situarse a quince metros de la cola del grupo (es decir, a unos veinte metros del puntero) muchos pensaba que eso dejaba sin opciones a Wottle, nosotros NO.
Al cumplirse la primera vuelta, Wottle había reducido la diferencia a unos cinco metros y en los quinientos metros ya había contactado con el grupo, pero continuaba en la última posición .
En la recta opuesta Wottle siguió progresando y alcanzó la sexta posición a falta de doscientos metros.
A la entrada de la recta final (Zenyatta), el estadounidense se había colocado cuarto, pero parecía que el soviético y los dos keniatas estaban fuera de su alcance y se repartirían las medallas. Además, Wottle podía pagar el esfuerzo realizado para recuperar la desventaja con la que había afrontado la prueba.
Pero nada más lejos de la realidad. Wottle superó primero al keniata Ouko, luego a su compatriota Boit, y en un tremendo esfuerzo final terminaba superando casi sobre la línea de meta al gran favorito Arzhanov, que caía al tartán al lanzarse hacia adelante para tratar de mantener la primera plaza.
Tanto Wottle como Arzhanov pararon el crono en 1 minuto 45 segundos y 9 décimas, pero el estadounidense se impuso, como dijo el soviético, “por una nariz”.
En la ceremonia de entrega de medallas de la prueba se produjo una curiosa anécdota. Wottle estaba en tal estado de éxtasis y emoción por su triunfo que olvidó quitarse su característica gorra en señal de respeto cuando sonaron en su honor los acordes del himno de Estados Unidos.
En la rueda de prensa posterior, un periodista preguntó a Wottle si esto obedecía algún tipo de reivindicación (estaban todavía frescas las imágenes de los atletas negros con la mano levantada luciendo guantes negros en los Juegos de México 1968). Wottle, que además era miembro de la fuerza aérea estadounidense cayó entonces en la cuenta de lo sucedido y, a punto de echarse a llorar, pidió disculpas por este hecho.
Aunque nadie le reprochó nada en su país, Wottle se sintió obligado al regresar a casa después de los Juegos a pedir una disculpa formal al “pueblo americano”.
Los 800 metros de los Juegos de Múnich 1972 y la espectacular remontada de David Wottle, el hombre de la gorrita
Fuentes:| David Wallechinsky: The Complete Book of the Olympics, Adaptación Hector Lopez Garcia
No hay comentarios:
Publicar un comentario