martes, 27 de diciembre de 2016

"Abebe Bikila hizo que nosotros, los africanos pensáramos: ‘Mira, él es uno de nosotros, si él puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo

La meta es perseguir "El Sueño Olímpico" Abebe Bikila, el corredor de los pies descalzos y el corazón de hierro.

"Bikila hizo que nosotros, los africanos pensáramos: ‘Mira, él es uno de nosotros, si él puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo’"

La Vanguadia.com MARINA MESEGUER

El etíope Abebe Bikila fue el primer africano en conseguir una medalla de oro en unas Olimpiadas, corrió la maratón descalzo y se convirtió en uno de los héroes contemporáneos de África.
Era un día caluroso y la carrera se inició cuando el sol ya caía, los corredores empezaron a marchar a los pies del imponente Arco de Constantino, primero en grupo, luego poco a poco los favoritos, entre ellos el marroquí Rhadi Ben Abdesselam, empezaron a distanciarse del pelotón mientras la luz del día desaparecía y llegaba la noche. De repente, aquel fibroso etíope empezó a destacar, su delgado cuerpo avanzaba ante una Roma iluminada, siglos y siglos de historia le contemplaban.


Tras 20 kilómetros de lucha contra su propio cuerpo, Bikila y Abdesselam corrían juntos, en un impresionante duelo por las calles del centro de Roma, un precioso escenario para una batalla que el público seguía emocionado. Los dos atletas corrieron juntos hasta los últimos 500 metros, entonces Abebe avanzó.
Cuando llegó a la meta, con la multitud enloquecida, los aplausos y los flashes, el etíope descalzo, ese esbelto desconocido, no se detuvo y siguió corriendo hasta llegar al Arco de Constantino; allí estaba su gloria, la de toda su nación, a pocos metros de donde Mussolini había partido con su ejército a la conquista de Etiopía. Cuando se le preguntó porque corría sin zapatillas, Bikila fue consciente del simbolismo de su gesta: "Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo", dijo. El pastor de ovejas postró ante sus pies descalzos a la Italia colonial, a los necios que nunca creyeron que un hombre negro pudiera realizar tal proeza. Abebe se convirtió en leyenda, y África enloqueció.


Cuatro años más tarde, esta vez calzado, volvió a ganar el oro en la maratón de las Olimpiadas de Tokio batiendo de nuevo la plusmarca mundial con 2 horas 12 minutos 11 segundos.
La diosa de la fortuna es caprichosa, unas veces te da la gloria y cuando menos te lo esperas te la arranca de un zarpazo. Un año después de abandonar en México, Bikila conducía su coche cuando perdió el control al tratar de esquivar una protesta estudiantil.
El corredor de maratones etíope Haile Gebrselassie, escribió sobre la importancia del corredor algo hermoso: "Bikila hizo que nosotros, los africanos pensáramos: ‘Mira, él es uno de nosotros, si él puede hacerlo, nosotros podemos hacer lo mismo’". El corredor descalzó sigue corriendo en las mentes de los africanos.
Recuerda siempre si él puede hacerlo, tu puedes hacerlo esa fue la grandeza de Bikila, el hombre de los pies descalzos pero con el corazón de hierro....

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