Última Proclama del Libertador Simon Bolívar.

Última Proclama del Libertador Simón Bolívar "Un Testamento de Libertad y Unión". El 10 de diciembre de 1830, en un momento cargado de profunda significación histórica y emocional, Simón Bolívar, el Libertador de América, dictó su última proclama desde su lecho de muerte en Hacienda de San Pedro, ubicada en Santa Marta. Esta proclamación no solo serviría como su testamento político y personal, sino que también se erigiría como un legado para el pueblo colombiano en un momento de crisis y divisiones internas. La situación estaba marcada por la fragilidad de los nuevos estados que emergieron de las luchas por la independencia y el constante peligro de la anarquía que acechaba a la joven república. Simón Bolívar ha sido reconocido no solo por sus victorias militares, sino también por su visión de una América Latina unida y libre del colonialismo europeo. Sin embargo, al final de su vida, se sentía traicionado y desconectado de las realidades políticas de un país que había anhelado liberar. En sus últimos días, rodeado de amigos fieles como José Laurencio Silva, Mariano Montilla, Joaquín de Mier y su primo Fernando Bolívar, Bolívar reflejó sobre sus esfuerzos, sacrificios y la ingratitud que sentía por parte de algunos sectores de la población colombiana. La lectura de su última proclama estuvo cargada de simbolismo: el notario Catalino Noguera comenzó a leer el documento, pero la profunda emoción de la ocasión le impidió continuar, y fue Manuel Recuero quien terminó la lectura.

La emotividad del momento y las palabras del Libertador resonarían a través de los años en la memoria colectiva de un país que todavía se encuentra en búsqueda de identidad. En su proclamación, Bolívar se dirigió directamente a los colombianos con un mensaje que reflejaba tanto su dolor como su esperanza. Reconociendo los esfuerzos que había realizado para establecer la libertad, Bolívar destacó el sacrificio personal que había realizado, incluso al abandonar su propia fortuna y tranquilidad. Expresó su decepción al darse cuenta de que la confianza en él se había diluido, lo que lo llevó a retirarse del mando. Sin embargo, en un gesto de grandeza moral, perdonó a aquellos que lo habían traicionado y calumniado. Bolívar hizo hincapié en la necesidad de unión dentro de Colombia, pidiendo que cada sector de la sociedad contribuyera a la estabilidad y la paz en el país. Instó a los pueblos a obedecer al gobierno actual para evitar la anarquía; a los religiosos a elevar oraciones por la patria; y a los militares a proteger las garantías sociales. Este llamado a la unidad y el bienestar colectivo sería uno de los temas centrales no solo de su última proclama, sino también del ideal republicano que había perseguido durante toda su vida. Uno de los pasajes más conmovedores de su proclamación es el deseo explícito de Bolívar de que su muerte, sirviera como un catalizador para la paz y la unión. Su confianza en que la unión de los pueblos podría llevar a la felicidad nacional manifiesta su preocupación por el futuro. Para Bolívar, la consolidación de Colombia, más allá de su persona, era el objetivo supremo por el cual había luchado.

La última proclama de Simón Bolívar puede considerarse una reflexión sobre la fragilidad del poder y la importancia de la cohesión en un momento de transformación. Sus palabras siguen siendo relevantes hoy en día para las naciones que buscan edificar sociedades más justas y equitativas, recordándonos que la libertad y la unión son ideales que requieren de un compromiso continuo. El 10 de diciembre de 1830 no solo marcó el final de la vida del Libertador, sino que también fue un punto de inflexión que dejó lecciones imborrables sobre la importancia de la unidad y el sacrificio por el bienestar común. Su última proclama, en la que plasmó sus pensamientos y deseos para el futuro de Colombia, permanece en la memoria colectiva como un testimonio de la grandeza de un hombre que dedicó su vida a la lucha por la libertad. Bolívar, incluso en su lecho de muerte, nos dejó un mensaje claro: la esperanza en la unidad y el amor por la libertad son los pilares fundamentales sobre los cuales se debe construir cada nación.