martes, 18 de junio de 2019

Grandes Hazañas Olímpicas (II)

Grandes Hazañas Olímpicas (II)

Resurgimiento Moderno de los Juegos Olímpicos
En el siglo XIX, Europa, encaró con gran provecho el mundo clásico. Los poetas del romanticismo viajaban a Grecia, en busca de inspiración. Los arquitectos desafiaban las estructuras romanas en sus edificios neoclásicos. Los grandes proyectos arqueológicos, como las excavaciones de Heinrich Schliemann en Grecia, dieron un nuevo brillo a un modelo de belleza humana y de harmonía que se conseguía sólo con la práctica compartida de las actividades físicas.
Fue entonces como el interés por las antiguas disciplinas deportivas, buscó armonizar el cuerpo con el alma, y dar al deporte un papel principal en la construcción de una nueva sociedad. Y Europa con sus grandes tradiciones humanistas, fue quien tuvo el terreno propicio para revivir su herencia deportiva.

Pierre de Coubertin

A finales del siglo XIX, Pierre de Frédy, barón de Coubertin, planteó revivir las antiguas prácticas deportivas para llevar a delante los ideales humanistas, convencido de la urgencia de un cambio social impulsado por las transformaciones del sistema educativo.
Cuando Pierre de Coubertin llegó a Inglaterra, conoció los elementos del “Cristianismo Muscular” donde se buscaba la perfección espiritual a través del deporte, pero fue en un viaje a Grecia, donde se enteró de un equipo de arqueólogos que descubrió las ruinas de los edificios asociados a los Juegos Olímpicos y tuvo la idea de revivirlos, con el propósito de reunir a los atletas de diferentes países como una expresión pedagógica internacional que celebraba los modelos educativos de cada país en busca de la liberación del hombre.
En 1890, Pierre de Coubertin fue inspirado por el trabajo del doctor William Penny Brookes, quien era responsable de los Juegos Anuales, pretendiendo así, realizar su propio proyecto, pero fue hasta 1982 ante la Unión de los Deportes Atléticos de París, cuando De Coubertin, pidió ayuda para realizar, sobre una base adecuada para las modernas condiciones de vida, la tarea esplendida y benéfica de revivir los Juegos Olímpicos.
(Imagen: Olimpia, Ciudad Griega. Vía: www.huffingtonpost.es)

El Sueño Cobra Forma

De Coubertin, a pesar de que en un principio, no se le prestó mucha atención a su proyecto, se mantuvo firme a sus propósitos, y fue en junio de 1894, cuando desarrolló en el Anfiteatro  de la Universidad de la Sorbona en París, una conferencia con la finalidad de restablecer los Juegos, convirtiéndose esta reunión en el “Primer Congreso Olímpico”.
Con la representación de 79 delegados que constituían 49 organizaciones de 9 países (Bélgica, España, EUA, Francia, Grecia, Italia, Reino Unido, Rusia y Suecia), Pierre de Frédy hizo un nuevo llamado, y de esta forma se constituyó el Primer Comité Olímpico, regido por el griego Demetrius Vikelas, y el mismo De Coubertin como secretario general.
A pesar de la preocupación por que nadie parecía realmente convencido con la idea de realizar la justa deportiva, se acordó que los primero juegos modernos se celebrarían en la ciudad de París, Francia, para el año de 1900, con el objetivo de dar la bienvenida al nuevo siglo. Sin embargo, a pocos meses, los organizadores creyeron que esperar 6 años, podría apagar definitivamente la pequeña llama apenas encendida, y decidieron adelantar la fecha a 1896, en una nueva sede: Atenas, la capital historia de los Juegos.

El Esfuerzo Dio Resultado

El esfuerzo para llevar a cabo este propósito fue muy duro, pero dominados por la visión deportiva de Pierre de Frédy, se enfrentaron a la indiferencia de las autoridades y a la oposición de muchas personas, la propia ciudad de Atenas rechazó inicialmente ser sede. A pesar de todo, De Coubertin y su equipo, siguieron sus ideales y lograron lo imposible.
En la primera semana de abril de 1896 el rey de Grecia, inauguraba los Juegos de la Primera Olimpiada.
(Imagen: Primeros Juegos Olímpicos Modernos. Vía: www.elespectador.com)
Hoy en día el Comité Internacional Pierre de Coubertin, con sede en Suiza, resume la visión que este pionero tuvo del movimiento olímpico:
El movimiento olímpico significa la avidez de saborear la plenitud de una cultura que confiere sentido a la vida, al oponer a la natural debilidad del hombre la confianza en la grandeza de su destino. A través de éste se va edificando un humanismo por encima de todas las tentativas filosóficas, científicas y artísticas, para englobarlas en un mismo esfuerzo: permitir que cada uno se reencuentre, abarcando los acontecimientos en su significado universal.”
Foto Destacada: Pierre de Frédy, barón de Coubertin. Vía: educacionfisicatierras.blogspot.mx
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