domingo, 19 de agosto de 2018

AQUELLOS DEPORTISTAS AL IGUAL QUE NOSOTROS FUERON A MUNICH A COMPETIR EN LUGAR DE ESO ENCONTRARON LA MUERTE, Munich 1972



Hay situaciones en nuestras Vidas que no pueden dejarse atrás, que no pueden olvidarse, que permanecerán con nosotros por siempre.

AQUELLOS DEPORTISTAS AL IGUAL QUE NOSOTROS FUERON A MUNICH A COMPETIR EN LUGAR DE ESO ENCONTRARON LA MUERTE.

"El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad". Juan Pablo II (1920-2005) Papa de la iglesia católica.
En la Ciudad de Munich, en el marco de los Juegos Olímpicos de 1.972, ocurrió una historia sin precedentes para el Olimpismo y el Deporte mundial.
Un hecho que afectó para siempre a todos los participantes de esos juegos Olímpicos, especialmente a nosotros los venezolanos que siempre hemos sido amantes de la paz y de la armonía en el mundo.
Un grupo de terroristas palestinos que se hacían llamar “Septiembre Negro”, se introdujeron en la Villa Olímpica en una madrugada de Septiembre, vestidos o disfrazados de atletas, con monos y maletines de deportes cargados con armas y granadas.


Fueron ayudados por deportistas del equipo estadounidense que desconocían su verdadera identidad y que creían que, como ellos, querían acceder furtivamente a sus apartamentos tras una noche de diversión.
El entrenador del equipo de lucha, Moshé Weinberg, de 33 años, oyó un ruido tras la puerta del primer apartamento, observando que alguien abría ligeramente la puerta, se abalanzó sobre ésta dando un grito de alerta, mientras intentaba cerrarla forcejeando con los terroristas. En la confusión, nueve atletas pudieron escapar, y otros ocho se ocultaron.
El luchador Joseph Romano, que en ese momento volvía de comer en un restaurante, agarró el arma a uno de los terroristas, pero resultó muerto por un disparo.
Asimismo, Moshé Weinberg fue asesinado cuando intentó atacar a uno de los asaltantes con un cuchillo de fruta. Tras la muerte de éste, los terroristas tomaron como rehenes a nueve integrantes del equipo: David Berger, Ze'ev Friedman, Joseph Gottfreund, Eliezer Halfin, Andre Spitzer, Amitzur Shapira, Kehat Shorr, Mark Slavin y Yakov Springer.


Posteriormente se divulgó que los secuestradores eran fedayines palestinos de los campos de refugiados del Líbano, Siria y Jordania. Eran Luttif Afif (el jefe del grupo; tres de sus hermanos eran también miembros de Septiembre Negro, dos de ellos en prisiones israelíes), Yasuf Nasal, Afif Abmed Hamid, Khalid Jawad, Ahmed Chic Thaa, Mohammed Safady, Adnan Al-Gashey y su sobrino Jamal Al-Gashey.
El grupo exigía la liberación de 234 palestinos presos en cárceles israelíes y dos más encarcelados en Alemania, así como su traslado seguro a Egipto. La respuesta de Israel fue inmediata y contundente: no habría negociación.
La Alemania del milagro económico demostraba que se había recuperado de la espantosa Segunda Guerra Mundial, llevados a ella ciegamente de la mano de un Dictador, un depredador, un asesino.
Económicamente era un gigante asociado a los grandes y respetado por el concierto de las naciones. Eran los tiempos del movimiento hippie y de la música pop. En Munich el lema más repetido no fue el tradicional “Citius, Altius, Fortius”, sino el “Prohibido prohibir”.
Por eso, una cuadrilla de trabajadoras que salía de la Villa Olímpica al terminar su jornada, poco después de las cuatro de madrugada de septiembre de 1972, no se alarmó cuando vio a un grupo de jóvenes saltando las vallas del recinto. No era nuevo.
Cada madrugada observaban las siluetas furtivas de los atletas que regresaban a sus alojamientos en la Villa Olímpica después de haberse pasado la noche de juerga. Ése era el caso de un luchador del equipo israelí que a aquellas horas todavía no había regresado a su habitación.
Su entrenador, Moshe Weimberg, le esperaba, medio dormido, cuando escuchó ruido en el descansillo del apartamento, que compartía con otras once personas del equipo olímpico israelí, y se dirigió a la puerta suponiendo que sería su oveja descarriada, dispuesto a echarle una bronca.
Al abrir, sorprendió a un grupo de hombres vestidos con chándal, lo que en aquel lugar hubiera sido normal, pero le alarmó que llevaran la cabeza tapada con una media en la que únicamente había aperturas para ojos y boca. Al instante comprendió la situación y cerró gritando: “¡Palestinos, palestinos terroristas!”.
Aquellos atletas, violentamente despertados, no pudieron oponer resistencia.
Los enmascarados derribaron la puerta y controlaron la situación en pocos minutos. En la refriega murieron Weimberg y Romano, un levantador de pesas que, gravemente herido, falleció horas después. Eran las 4.40 h.


Cuatro horas después, los asaltantes comunicaron que pertenecían a Septiembre Negro y exigieron la inmediata puesta en libertad de más de 200 presos palestinos en Israel; de lo contrario, a partir de las doce, ejecutarían a un rehén cada dos horas que transcurrieran sin ver satisfechas sus demandas.....la Pesadilla habia comenzado...
El Olimpismo herido de muerte.... dicho "No deben dejarse atrás" en ocasiones es Imposible pasar la página.

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